Este fin de semana, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) realizó una liberación masiva de animales silvestres en la reserva natural de la sociedad civil Yurumí, ubicada en la zona rural de Puerto López, Meta. Entre los animales liberados se encontraban loros, tortugas y micos maiceros que fueron rescatados de situaciones de cautiverio en Bogotá y sus alrededores.
Los animales, decomisados a redes de tráfico ilegal de fauna o entregados voluntariamente por hogares que aún los tenían como mascotas, pasaron previamente por un proceso de rehabilitación en el Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre (CAV) de la CAR en Tocaima, Cundinamarca. Desde allí partieron el pasado sábado a las 2 a.m., transportados en un camión bajo el cuidado de veterinarios y zootecnistas.
Aunque el viaje, que se extendió hasta las 2 de la tarde, presentó contratiempos y causó estrés a los animales, los equipos se dirigieron directamente a una laguna cercana a un morichal, donde las tortugas acuáticas encontraron un entorno ideal. La liberación incluyó a 57 tortugas morrocoy y otras especies proporcionadas por Cormacarena, la corporación ambiental local que también participó en la operación.
Las primeras en ser liberadas fueron las tortugas terecay, que rápidamente se sumergieron en el agua. Luego llegó el turno de las aves: un grupo de 9 loros frentiazul, 23 frentiamarilla y una cotorra carisucia, que volaron hacia los árboles cercanos.
Andrés Panesso, integrante del equipo de la CAR, explicó que uno de los retos más complejos en la rehabilitación de las loras es ayudarlas a desaprender la imitación de voces humanas, aunque aseguró que todas las aves liberadas estaban listas para reintegrarse a la vida silvestre.
El momento más emotivo llegó con la liberación de cinco micos maiceros, los cuales habían mostrado nerviosismo durante el viaje. Al abrir las jaulas, los micos corrieron rápidamente hacia los árboles. El más pequeño necesitó algo de ayuda, pero pronto se unió al grupo, causando gran emoción entre los veterinarios que habían trabajado en su readaptación.
Este esfuerzo es parte de la misión de la reserva Yurumí, que ha trabajado durante más de una década en restaurar un área antes utilizada para ganadería y sometida a la caza y pesca descontrolada. Los animales que alguna vez estuvieron en cautiverio ahora tienen una nueva oportunidad de vivir en libertad en su entorno natural.