La presencia del caracol gigante africano, una de las especies invasoras más peligrosas del mundo, aumentó de forma preocupante en Cundinamarca debido a la actual temporada de lluvias, según informaron las autoridades ambientales del departamento.
De acuerdo con el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), las precipitaciones entre abril y mayo superaron los promedios históricos en esta región, generando condiciones ideales para la expansión de este molusco. En consecuencia, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) activó una alerta y comenzó operativos de control en zonas afectadas.
El Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) advirtió que esta especie, originaria de África, está presente en al menos 61 países y es considerada una plaga altamente destructiva. Su avance representa una amenaza directa para más de 800 tipos de cultivos, incluidos ornamentales, hortalizas, frutales y leguminosas, además de su capacidad para dañar estructuras al consumir desechos orgánicos e inorgánicos.
A nivel sanitario, la Secretaría de Ambiente de Bogotá alertó que el caracol gigante africano puede transmitir parásitos y bacterias peligrosas para el ser humano, capaces de causar enfermedades graves del sistema nervioso central y trastornos digestivos. El simple contacto con su baba representa un riesgo.
Actualmente, la CAR reporta presencia del caracol en 38 de los 104 municipios del departamento, equivalente al 35 % del territorio. Las zonas más afectadas incluyen Alto Magdalena, Gualivá, Tequendama y Sumapaz. La combinación de climas cálidos y alta humedad, entre los 0 y 1.500 metros sobre el nivel del mar, favorece su reproducción.
Este molusco, al alcanzar los cinco meses de permanencia en un hábitat, inicia su ciclo reproductivo, dejando hasta 400 huevos hasta tres veces por año, con una esperanza de vida que puede extenderse hasta los nueve años, lo que lo convierte en una amenaza persistente.
Como respuesta, la CAR desplegó brigadas de limpieza en antejardines, patios, zonas verdes, parques, canales de agua y escombreras. Las autoridades recomiendan a la ciudadanía no manipular los caracoles directamente y reportar su presencia a las entidades correspondientes para evitar riesgos sanitarios y daños ambientales.