Nicolás Maduro asumió este viernes su tercer mandato presidencial en una ceremonia marcada por la ausencia de líderes democráticos y la presencia de aliados de regímenes autoritarios como Rusia, Cuba y Nicaragua. Durante el acto, el mandatario venezolano no solo reafirmó su control político, sino que lanzó ataques personales contra opositores y discursos cargados de críticas hacia Occidente.
En tono burlón, Maduro ridiculizó a Edmundo González, líder opositor y figura clave para sectores que cuestionan la legitimidad de su gobierno. "Alguien se cayó por ahí, llegó Edmundo. ¡Recojan su pataruco!", exclamó provocando risas entre los asistentes. También se refirió a María Corina Machado, otra destacada líder opositora, con comentarios despectivos. "Una estaca de madera para combatir al demonio, que puede ser demonia también, sobre todo si está desquiciada", declaró, en un intento de desacreditarla.
Maduro también dirigió sus críticas hacia Estados Unidos y la Unión Europea, calificándolos como "derrotados" y vinculándolos con el fascismo. “United States of Europa están derrotados. El fascismo está derrotado”, afirmó, mientras anunciaba su intención de reformar la Constitución venezolana de 1999, documento que ha utilizado como símbolo de su régimen.
La ceremonia, más breve de lo habitual, estuvo marcada por una fuerte presencia militar y un discurso que hizo eco de figuras históricas como Simón Bolívar y Hugo Chávez. "Hugo Chávez hizo la proeza histórica de traer al siglo XXI las ideas de todos los hombres y mujeres que a caballo echaron al imperio español de todas las tierras sudamericanas", dijo, en un intento de vincular su gobierno con las luchas independentistas de hace más de 200 años.
Analistas internacionales han señalado que esta nueva etapa del régimen de Maduro se caracteriza por el aislamiento diplomático y el fortalecimiento de alianzas con países como Rusia e Irán, además de un control cada vez más férreo sobre las instituciones nacionales.
El contexto político en Venezuela sigue siendo de alta polarización, con la oposición denunciando la ilegitimidad del proceso electoral que dio lugar al nuevo mandato de Maduro y reiterando la necesidad de elecciones libres y supervisadas por organismos internacionales. La comunidad internacional, por su parte, continúa dividida en su postura frente al régimen venezolano, con algunos gobiernos apoyando sanciones y otros buscando estrategias de diálogo.