Sebastián Marroquín, antes conocido como Juan Pablo Escobar, volvió a referirse públicamente a las representaciones mediáticas de su padre, el narcotraficante Pablo Escobar, esta vez durante una conversación con el pódcast del mexicano Melo Montoya. La charla tuvo lugar en el contexto del lanzamiento de un videojuego de realidad virtual que simula la experiencia de ser narcotraficante, una idea que Marroquín desaprobó y utilizó como punto de partida para criticar la forma en que se glorifica la criminalidad en producciones audiovisuales.
Durante la entrevista, el hijo del jefe del cartel de Medellín apuntó directamente contra series como "Escobar, el patrón del mal" y "Narcos", señalando que estas distorsionan la realidad y promueven una imagen atractiva del crimen. “Tienes 5 y 6 mil jóvenes a los que les hablas en un momento determinado. Y en esos 45 o 50 minutos que tardo en dar la charla, los agarra Netflix en 10 minutos con un capítulo de "El Patrón" o su serie de "Narcos", y les tuerce la cabeza completamente”, expresó. “Yo cuento mi historia y a los niños no les quedan ganas de ser Pablo Escobar. Te la cuenta Netflix y todos quieren ser como él”.
Como ejemplo de la forma en que se mitifica a Escobar, Marroquín desmintió una de las escenas más recordadas: aquella en la que el capo quema dos millones de dólares para calentar a su hija. “No fue cierto, pero es una fórmula para glorificar su actividad criminal”, afirmó. “Tristemente se han creado esas historias para glorificar la actividad criminal. Hay un porcentaje muy alto que no se corresponde con la realidad”.
Uno de los blancos principales de su crítica fue "Escobar, el patrón del mal". Aunque reconoció que la serie intentó relatar la historia desde la óptica de las víctimas, cuestionó la elección del actor Andrés Parra para interpretar a su padre. “El patrón del mal es como la versión de las víctimas de mi padre. Pero, cometieron un error muy grande, y es que contrataron a un actor que genera mucha empatía con el público. Entonces ya no sabes si estás viendo "El patrón del mal" o "Betty la fea”, ironizó.
Aunque evitó desacreditar el trabajo actoral, señaló que el resultado fue contraproducente. “Genera empatía el personaje. Entonces, un tipo muy malo como era mi padre, termina la gente adorándolo. Y ojo que está escrita por las víctimas. El propósito no era glorificarlo, pero salió muy mal”, apuntó.
Marroquín también hizo un llamado a la audiencia a no tomar estas ficciones como verdades absolutas. “Hagan buen uso de su capacidad de discernimiento. Entiendan que todo lo que ven en una pantalla no es real. Siempre hay un tipo hollywoodense, ignorante, pensando que las cosas fueron de una manera. Estamos acostumbrados a que todo lo que vemos en pantalla o impreso en papel es verdad. Y no es verdad”.
Además, recordó el trágico final de su padre como prueba de que no hay éxito en la vida criminal: “No es un caso de éxito. Mi papá no se retiró ni se jubiló. Se murió a los 44 años”.
Tampoco eximió de responsabilidad a los medios de comunicación. “Solo cuando tú lees y ves tantas mentiras que se dicen sobre tu persona, cuando ves que todos los diarios y los mejores periodistas no tienen ningún empacho en mentir sobre tu persona, te das cuenta”, comentó. También criticó los reportes que lo calificaron como el hombre más rico del mundo. “Primero, nunca nadie de la revista ni siquiera llamó para preguntar. Segundo, mi papá no les iba a dejar ver la billetera. Pero, igual hacen la lista”, dijo en referencia a las publicaciones de Forbes.
Finalmente, compartió detalles sobre la economía de su padre, desmintiendo la existencia de grandes escondites de dinero. “Mi papá no fue de tener muchos escondites de dinero porque era más lo que se gastaba que lo que entraba”, aseguró. Añadió que, durante los años 80, solo en Miami, Escobar podía generar entre 50 y 70 millones de dólares en un fin de semana. Sin embargo, gran parte de esa fortuna fue consumida en su guerra contra el Estado. “Tenía la plata comprometida. No cambias la Constitución de un país, ni casi que asesinas a toda la Policía de todo un país por dos pesos. Eso vale un montón de dinero. Todos cobraban, y muy duro”, concluyó.