Colombia atraviesa una crisis sanitaria significativa debido a un repunte preocupante de la fiebre amarilla, un virus transmitido por mosquitos que parecía controlado pero que este año ha resurgido con fuerza. Mientras la atención nacional está centrada en temas como la reforma a la salud, la enfermedad ha encendido las alertas en diferentes regiones del país.
Según el Ministerio de Salud y Protección Social, hasta el 5 de junio de 2025 se han registrado 77 casos activos de fiebre amarilla, con un saldo trágico de 31 muertes solo en los primeros meses de este año. Desde inicios de 2024, el total acumulado llega a 100 casos confirmados y 44 fallecimientos, superando con creces los registros recientes.
El departamento más afectado es Tolima, que hasta hace poco no estaba en la lista de zonas prioritarias para el control de esta enfermedad. Con 51 casos activos y 30 muertes, Tolima enfrenta una situación crítica que demanda una respuesta inmediata. La alta tasa de mortalidad y la limitada cobertura de vacunación en esta región rural agravan la crisis.
Factores como las difíciles condiciones rurales, el acceso restringido a servicios de salud y las bajas tasas de vacunación en áreas selváticas contribuyen al agravamiento del brote. Además, la fiebre amarilla ya se ha extendido a otros departamentos, incluyendo Putumayo (2 casos activos y 6 muertes), Caquetá (1 caso y 1 muerte), Meta (2 fallecimientos), Nariño (1 caso activo y 1 muerte), así como Huila, Caldas, Guaviare y Vaupés, que también reportan víctimas fatales.
Frente a este panorama, el Ministerio de Salud ha intensificado sus llamados a las autoridades locales para reforzar los esquemas de vacunación, especialmente en municipios con antecedentes de brotes y en zonas donde la atención médica es limitada.
La fiebre amarilla es prevenible con una sola dosis de vacuna, que proporciona inmunidad de por vida y es gratuita para las poblaciones en riesgo en Colombia. Sin embargo, la cobertura sigue siendo insuficiente en áreas remotas debido a problemas como la desinformación, la dispersión geográfica y conflictos sociales que dificultan la llegada de las vacunas.
En algunas comunidades rurales de Tolima, líderes han denunciado la falta de insumos médicos, la escasez de brigadas móviles y el desconocimiento generalizado sobre los síntomas iniciales de la enfermedad, que incluyen fiebre alta, dolores musculares intensos y, en casos graves, problemas hepáticos.
Aunque los brotes de fiebre amarilla no son nuevos en Colombia, el aumento de casos en 2025 podría marcar un punto crítico para el sistema de salud nacional, que debe demostrar capacidad de respuesta rápida, preventiva y con un enfoque territorial para evitar una expansión mayor del virus.
La fiebre amarilla es una enfermedad viral transmitida por mosquitos en zonas tropicales y selváticas. Aunque no existe un tratamiento específico, la vacunación es la herramienta más eficaz para prevenirla. Además, se recomiendan medidas para evitar picaduras, como usar ropa de manga larga, aplicar repelentes con Deet, instalar mosquiteros y eliminar criaderos de mosquitos en los hogares.
La vigilancia temprana de síntomas como fiebre alta, dolor de cabeza intenso, náuseas o ictericia (color amarillo en piel y ojos) es fundamental, ya que un diagnóstico oportuno puede salvar vidas. En contextos de brote, la educación comunitaria y el acceso efectivo al sistema de salud son claves para contener la propagación de la fiebre amarilla.