Colombia solicitó a Venezuela la presentación de actas electorales de los recientes comicios presidenciales, lo cual se ha convertido en un punto de fricción en la relación entre ambos países. En respuesta a las declaraciones del ministro de Exteriores colombiano, Luis Gilberto Murillo, quien insistió en que Colombia no otorgará reconocimiento a los resultados venezolanos sin dicho documento, el ministro venezolano Yván Gil señaló que la postura colombiana constituye una “intromisión” y atribuyó la presión de Bogotá a influencias de sectores de derecha y de Estados Unidos.
Murillo fue claro en la necesidad de validar el proceso electoral venezolano antes del 10 de enero de 2025, cuando está programada la toma de posesión de Nicolás Maduro, reelegido en elecciones polémicas. Desde la perspectiva de Colombia, la transparencia en el proceso es indispensable para cualquier tipo de reconocimiento, una postura que ha sido aplaudida por algunos sectores colombianos y criticada por la oposición venezolana, que percibe esto como un apoyo indirecto a la disidencia interna.
Venezuela, por su parte, ha respondido enérgicamente. Gil acusó a Colombia de actuar de “manera pusilánime” en sus críticas, argumentando que Colombia sigue “chantajes” externos, lo que añade tensión a las ya complejas relaciones bilaterales. Sin embargo, algunos analistas sugieren que el diálogo podría restablecerse si se abordan otros temas de cooperación como la seguridad fronteriza y el comercio, aunque el tema electoral siga siendo un punto de divergencia.