El presidente colombiano se encuentra ante dos pruebas decisivas para su gobierno: el remezón ministerial por el fracaso de la ley de financiamiento y la controversia por su posible visita a la posesión de Nicolás Maduro
Los primeros días de 2025 se presentan como cruciales para el presidente colombiano Gustavo Petro, quien se enfrenta a dos retos políticos que marcarán el rumbo de su gobierno. El primero está relacionado con un remezón ministerial, debido al fracaso de la ley de financiamiento en el Congreso y a la posible salida de varios de sus ministros y funcionarios para hacer política electoral de cara a las elecciones de 2026. La segunda prueba para Petro será su reacción ante la invitación del régimen de Nicolás Maduro a la posesión de este como “presidente” el próximo 10 de enero, en medio de una crisis poselectoral que ha dividido a Venezuela.
La invitación llegó de parte del Palacio de Miraflores, sorprendiendo a Petro, quien sabe que esta situación podría generar un conflicto político en Colombia y atraer la atención internacional. A pesar de sus seis reuniones bilaterales con Maduro, Petro se encuentra en una encrucijada debido a la crisis política que atraviesa Venezuela. La oposición venezolana ha señalado irregularidades en las elecciones y ha proclamado a Edmundo González como ganador, lo que ha complicado aún más las relaciones entre los dos países.
La Casa de Nariño maneja el tema con cautela. Aunque Petro ha recibido recomendaciones de su círculo cercano de enviar un delegado como el embajador Milton Rengifo o el canciller Luis Gilberto Murillo, la incertidumbre persiste. La Cámara de Representantes de Colombia aprobó una proposición pidiendo a Petro abstenerse de viajar a Venezuela, alegando que su visita podría legitimar el supuesto fraude electoral de Maduro y respaldar una dictadura acusada de violaciones a los derechos humanos. Sin embargo, Petro respondió en redes sociales, afirmando que tomará su propia decisión al respecto.
El mandatario se encuentra en una posición incómoda, pues algunos consideran que su negativa a tomar una postura clara sobre las elecciones en Venezuela podría tener consecuencias diplomáticas y sociales. La decisión de asistir o no a la posesión de Maduro será crucial para su capital político, que ya está en declive, y podría afectar la continuidad de los diálogos de paz con grupos guerrilleros y las relaciones comerciales entre Colombia y Venezuela.