Con el fin de respetar y aprovechar los saberes locales y ancestrales de diversas regiones del país, el Gobierno nacional impulsa un modelo de vivienda rural cultural, autogestionada y progresiva en territorios históricamente olvidados de Colombia, que busca que los hogares sean edificados con diseños que se ajustan a las necesidades de las familias y al territorio donde habitan.
Así lo informó el ministerio de Vivienda, el cual explicó que en el respeto a la diversidad que existe en el país, el Gobierno trabaja de la mano con los pueblos indígenas del país, como los Eperara Siapidara en los ríos Saija, Bubuey y Timbiquí, donde se reconoce su condición como pueblos anfibios, en los que el agua es el elemento estructurador del hábitat y la vivienda.
En este sentido, artesanas, pescadores y cazadores nombran y edifican sus casas como parte de un plan colectivo de vida. Esta filigrana del diseño enriquece y fortalece sus sistemas tradicionales de ocupación, en hábitats tan diversos como los desiertos, las selvas y ríos colombianos.
Se indicó además que, como resultado del trabajo colectivo en Timbiquí, el Gobierno adelanta una apuesta de autogestión para el hábitat rural, trabajando con más de 120 comuneros a través de un proceso horizontal, diseño participativo y fortalecimiento técnico. Así, las comunidades consolidan un modelo de hábitat que responde a sus necesidades y formas de vida.
En estos procesos se valora, respeta y protege el saber ancestral, dignificando la vida y llegando a territorios donde antes el Estado no había llegado.
En estos momentos, comunidades indígenas como las de La Chorrera (Amazonas), Uribia (Alta Guajira), los Jiw en San José del Guaviare y las selvas de Unguía (Chocó) cuentan con viviendas diseñadas y construidas desde el territorio.
Estos hogares integran principios de eficiencia energética, ventilación natural, recolección de aguas lluvias con filtros para consumo, uso de materiales y técnicas ancestrales, maderas regionales, tierra —a través de la implementación, por ejemplo, de bareques tradicionales—, baños secos, huertas y la posibilidad de autoconstrucción y ampliación progresiva, las cuales representan un referente de dignidad, sostenibilidad y resiliencia rural.
La vivienda rural simboliza una nueva relación con los territorios basada en el diálogo, el respeto por la diversidad cultural y ambiental, y el compromiso con soluciones que emergen desde y para las comunidades.