El panorama actual para la gastronomía en Colombia se torna difícil. Con alrededor de 130,000 establecimientos dedicados a la comida, el sector atraviesa una situación compleja, marcada por una baja en el consumo y un constante aumento de los costos. De acuerdo con la Asociación Colombiana de Industria Gastronómica (Acodres), el último año se registró una tasa alarmante de cuatro cierres diarios de restaurantes a nivel nacional, siendo Bogotá la ciudad más afectada.
La razón principal de esta crisis es la combinación de una disminución en el gasto de los consumidores y el incremento de los costos de operación. Entre enero y septiembre de 2024, las ventas de los restaurantes bajaron un 28% comparado con el mismo período del año anterior, superando la caída del 27% experimentada en 2023. Los costos de los insumos, especialmente de los alimentos, fueron escalando sin freno durante 44 meses consecutivos, afectando seriamente las finanzas del sector. Como explica Guillermo Henrique Gómez, presidente ejecutivo de Acodres, “antes de la pandemia los alimentos representaban un 35% de los costos de un plato, ahora ese porcentaje se ha elevado a un 46%”.
Además de los alimentos, el sector tuvo que afrontar alzas en servicios públicos y en alquileres. Estos últimos, según cálculos de Acodres, pasaron de representar un 10% a un 16% del costo total. La inflación anual en restaurantes y hoteles alcanzó el 9.08% hasta septiembre de 2024, un dato que supera en 3.27 puntos porcentuales el promedio nacional del 5.81%, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
Esta situación está llevando a ajustes en los precios de los menús, lo que frenado aún más el consumo en los establecimientos. “A pesar de ver restaurantes llenos, el consumo ha disminuido a la mitad”, asegura Gómez. Entre agosto de 2023 y septiembre de 2024, 1,600 negocios de comida cerraron en Colombia, con Bogotá experimentando el mayor impacto, con 622 cierres en este lapso.
La situación es aún más preocupante ante la reforma laboral que el gobierno colombiano propone. La reforma, que está en espera de discusión en el Senado, podría aumentar en un 16% los costos de operación para el sector, debido a incrementos en los recargos laborales de fines de semana y noches. “Para nosotros es muy difícil que nos sumen más costos de operación, cuando estamos en una coyuntura de constantes caídas en las ventas”, lamenta Gómez. De aprobarse la reforma, muchos restaurantes, ya debilitados, podrían verse obligados a cerrar, generando un aumento en la informalidad, que actualmente ronda el 46% en el sector gastronómico.
Ante esta situación, Acodres sugiere reducir temporalmente el impuesto al consumo (impoconsumo) del 8% actual a la mitad, para fomentar las ventas y aliviar la carga impositiva. Según Gómez, “todos queremos mejores condiciones e ingresos para los trabajadores, pero eso no se logra imponiéndolo, sino ayudando a las empresas a tener los recursos para dar mejor bienestar a los empleados”.
En conjunto, el sector gastronómico colombiano enfrenta un panorama sombrío, en el cual se combina una economía en desaceleración con políticas que podrían intensificar la crisis. Sin medidas paliativas, el futuro del gremio y de los miles de empleos que genera sigue en riesgo, impactando significativamente la economía del país.