La migración venezolana sigue marcando un hito histórico en América Latina, y Colombia se ha convertido en el destino principal de millones de refugiados que huyen de la crisis en su país. Con más de 7,7 millones de migrantes venezolanos registrados desde 2014, Colombia acoge a más de 2,8 millones de ellos, según la ONU y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
En este contexto, muchas organizaciones religiosas han asumido un papel fundamental al ofrecer refugio, apoyo y esperanza. En Palmira, al suroeste de Colombia, el Hogar de Pasaje del Papa Francisco se ha convertido en un refugio esencial para migrantes que transitan por el país. Desde su apertura en 2020, este albergue ha proporcionado un espacio seguro y recursos para quienes no pueden continuar su viaje o necesitan descansar antes de seguir su camino hacia otros destinos, como Panamá.
El sacerdote Arturo Arrieta, quien dirige este albergue, destaca la importancia de estos refugios en medio de la crisis humanitaria. “Es una de las pocas casas en la ruta, y a pesar de la falta de apoyo internacional, seguimos ofreciendo cobijo y protección a los migrantes”, explica Arrieta. Además de ofrecer comida, ropa y alojamiento, el refugio también brinda apoyo psicológico y advierte sobre los peligros de la trata de personas.
Por otro lado, el impacto económico de la migración venezolana también se ha visto reflejado en Colombia. Según un estudio de la OIM, los migrantes venezolanos contribuyen significativamente a la economía local, generando un impacto económico de más de 529 millones de dólares en 2022. Esto subraya no solo su necesidad de protección, sino también el potencial de estos migrantes para fortalecer la economía colombiana.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos humanitarios, la situación de los migrantes es compleja. Muchos enfrentan abusos durante su travesía, y las mujeres y las personas de la comunidad LGBTQ+ son particularmente vulnerables a la explotación sexual y laboral. A pesar de las dificultades, organizaciones como la Fundación Eudes en Bogotá continúan ofreciendo apoyo a trabajadores sexuales y personas con VIH, ayudando a los migrantes a encontrar un espacio seguro y a mantener su fe.
En este panorama, la Iglesia Católica y otras entidades religiosas siguen siendo pilares esenciales para los migrantes venezolanos en Colombia, proporcionando no solo refugio físico, sino también consuelo espiritual en medio de la adversidad.