Panamá deportó a 43 ciudadanos colombianos que ingresaron de manera irregular al país. La acción fue supervisada directamente por el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, quien se encuentra en una gira por Centroamérica enfocada en temas migratorios y geopolíticos.
El vuelo de deportación partió del Aeropuerto Internacional Marcos A. Gelabert en Ciudad de Panamá con destino a Medellín, Colombia. Según el Servicio Nacional de Migración de Panamá, esta es la segunda deportación masiva de colombianos en menos de 24 horas, sumando un total de 86 personas retornadas a su país de origen en dos días.
La presencia de Rubio en el operativo subraya la colaboración entre Estados Unidos y Panamá para abordar la migración irregular en la región. Durante su visita, Rubio también discutió con el presidente panameño, José Raúl Mulino, la creciente influencia de China en el Canal de Panamá. Mulino anunció que Panamá no renovará su participación en la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda de China cuando el acuerdo actual finalice en 2026.
Estas acciones reflejan la postura de la administración Trump de fortalecer las políticas migratorias y contrarrestar la influencia china en puntos estratégicos de América Latina. La supervisión directa de Rubio en la deportación y las conversaciones sobre el Canal de Panamá indican una estrategia integral para reafirmar la presencia de Estados Unidos en la región.
En respuesta, el gobierno colombiano, liderado por el presidente Gustavo Petro, ha expresado su disposición a recibir a los deportados y garantizar su reintegración. Sin embargo, esta situación ha generado tensiones diplomáticas, especialmente después de que Colombia rechazara recientemente vuelos de deportación desde Estados Unidos, lo que llevó a represalias comerciales por parte de la administración Trump.
La deportación masiva de colombianos desde Panamá y la supervisión directa de funcionarios estadounidenses destacan las complejidades de la política migratoria en la región y las dinámicas geopolíticas en juego. A medida que Estados Unidos busca reforzar su influencia y contrarrestar la presencia china, países como Panamá y Colombia se encuentran en el centro de estas estrategias, enfrentando desafíos en sus relaciones bilaterales y en la gestión de la migración irregular.