Alejandro Cencerrado, analista jefe del Instituto de la Felicidad de Copenhague, dedicó más de dos décadas al estudio del bienestar emocional, enfocándose en los altos índices de felicidad en América Latina, que resultan inusuales al compararlos con la riqueza de estos países.
Cencerrado observa que, al solicitar a un latinoamericano calificar su nivel de felicidad en una escala del 1 al 10, es probable que elija un número alto. Atribuye esta tendencia a la capacidad única de los latinoamericanos para establecer relaciones interpersonales sólidas, un rasgo distintivo de la región.
El experto también resalta el papel central de la familia en las culturas latinas, donde el apoyo emocional de los padres influye significativamente en la autoestima y bienestar de los jóvenes. Sin embargo, advierte que estas relaciones estrechas pueden, en ocasiones, contribuir a prácticas como el nepotismo, afectando negativamente el desarrollo económico y social.
Además, Cencerrado subraya que la soledad es uno de los factores que más impacta en la felicidad, incluso más que algunas enfermedades físicas. Según sus estudios, la soledad puede reducir la felicidad en un 25%, mientras que condiciones como el párkinson y la diabetes lo hacen en un 11% y 7% respectivamente.