El 7 de agosto de 2002, durante la ceremonia de posesión de Álvaro Uribe Vélez como presidente de Colombia, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) perpetraron un atentado con morteros contra el Palacio de Nariño, sede del gobierno colombiano. El ataque dejó un saldo trágico de 17 personas fallecidas y 69 heridas, en su mayoría civiles que se encontraban en las inmediaciones.
En una reciente entrevista con el senador Andrés Guerra, del partido Centro Democrático, Pablo Catatumbo, excomandante de las FARC y actual senador por el partido Comunes, reveló detalles inéditos sobre este atentado. Catatumbo admitió que la operación fue ejecutada por una combinación de redes urbanas y combatientes provenientes de zonas rurales, quienes coordinaron el ataque. Sin embargo, reconoció que fallos en la puntería de los operativos impidieron que los morteros impactaran directamente en el Palacio de Nariño, objetivo principal del ataque.
"Consiguieron los morteros y dispararon con tan mala puntería que no lograron acertar ni uno solo al Palacio de Nariño", afirmó Catatumbo durante la entrevista. Estas declaraciones han generado una ola de críticas y reacciones en la opinión pública colombiana, especialmente por parte de figuras políticas y ciudadanos que consideran cínicas las afirmaciones del exguerrillero.
El atentado del 7 de agosto de 2002 es recordado como uno de los episodios más críticos en la historia reciente de Colombia, reflejando la intensidad del conflicto armado en el país durante esa época. Las declaraciones de Catatumbo reavivan el debate sobre las acciones de las FARC y su impacto en la sociedad colombiana, en un momento en que el país continúa su proceso de reconciliación y búsqueda de justicia para las víctimas del conflicto.