La historia del Pato de Torrentes, conocido científicamente como Merganetta armata, y su vínculo con el río Piedras, en la zona rural de La Ceja, se remonta a casi un siglo. Este ecosistema, el único en el departamento que alberga a esta peculiar especie, se ha vuelto un refugio vital para el patito, pero también enfrenta desafíos significativos que amenazan su supervivencia.
A pesar de la singularidad del Pato de Torrentes, los estudios sobre su población en la región son escasos. Esta especie se caracteriza por su preferencia por aguas frías y su habilidad para nadar contracorriente, lo que la hace un espectáculo fascinante para los pocos que logran avistarlo.
Don Octavio Patiño, un residente de 80 años de la vereda Piedras, comparte con nostalgia sus recuerdos de infancia, cuando nadaba en el río junto a sus amigos. "Solíamos buscar el nido del patito, pero nunca tuvimos suerte. Es un ave muy arisca y se esconde bien de los humanos", recuerda con una sonrisa.
Sin embargo, la situación del Pato de Torrentes es alarmante. La contaminación del río y las prácticas agrícolas inapropiadas han mermado considerablemente su población. Don Octavio advierte sobre la necesidad urgente de proteger el ecosistema del río Piedras. "Si no hacemos algo pronto, podríamos perder a esta hermosa especie para siempre", señala con preocupación.
La comunidad local, junto con los expertos en conservación, enfrenta el reto de implementar medidas efectivas para salvaguardar el hábitat del Pato de Torrentes y asegurar que futuras generaciones puedan disfrutar de su belleza y singularidad. La preservación de este pato no solo es crucial para el ecosistema local, sino que también representa un vínculo profundo con la historia y la identidad cultural de la región.