El Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric), creado en 1971 como representante de los pueblos indígenas del departamento, enfrenta una profunda crisis interna. Diversos líderes comunitarios han denunciado exclusión, presunta corrupción y abandono, lo que ha llevado a que cerca de 70.000 indígenas decidan apartarse de la organización.
Uno de los líderes que alzó su voz fue Marcelino Huber Campo, gobernador del cabildo Kiwe Wala en Santander de Quilichao, quien aseguró: “Nos independizamos porque el Cric solo trajo problemas. Nos quitaron la salud, la educación y nos dejaron solos. Ahora trabajamos con nuestras manos: hacemos carreteras con palos y macheteamos la tierra para sacar el café”.
El descontento se ha extendido en el norte del Cauca, donde colectivos como los Nietos de Quintín Lamé, la Coordinadora Nacional de Cultivadores de Coca, Amapola y Marihuana (Coccam) y comunidades autónomas han decidido actuar sin el respaldo del Cric. Según Campo, los recursos gestionados por la organización no se distribuyen equitativamente. En particular, se refiere a los más de 57.000 millones de pesos asignados en marzo de 2024 para proyectos ambientales y productivos: “¿Dónde es que está la plata?”, se pregunta, denunciando que su comunidad tuvo que reconstruir caminos por su cuenta.
Otras voces también han expresado su preocupación. Un líder de Corinto denunció que solo una pequeña parte de la población se beneficia de los fondos oficiales: “Esa plata se pierde en el camino. A nosotros no nos llega ni para un machete. Les dan todo a 10.000 personas, y los demás, los que trabajamos, nos quedamos con hambre”.
Desde Toribío, Carmelina Páez manifestó una situación similar: “La gran mayoría, unas 190.000 personas, trabajamos duro para ganarnos el sustento, nos rebuscamos el sancocho diario. Pero resulta que solo unos 10.000 son los que piden ayuda, y a esos 10.000 es a quienes les llegan los recursos. ¿Y el resto?”.
A esta situación se suman los crecientes episodios de violencia. De acuerdo con líderes comunitarios, durante 2023 al menos 32 indígenas fueron asesinados, varios en el marco de conflictos internos. “Cuando reclaman sus derechos, les responden con balas. Y el Gobierno no ve, o no quiere ver”, señala Campo, mostrando registros de infraestructura en ruinas, como puentes reconstruidos de manera artesanal por las propias comunidades.
Además del manejo económico, existen diferencias culturales que han profundizado la fractura. “Nosotros nos independizamos del Cric por varios problemas, uno de ellos fue la convivencia con las iglesias evangélicas, que ellos casi no aceptan; también por problemas de corrupción”, explicó el gobernador del cabildo Kiwe Wala.
Ante este panorama, los líderes apartados del Cric piden la atención directa del presidente de la República. “Que el presidente venga al Cauca y hable con los que no somos del Cric. Que vea cómo vivimos: ancianos de 80 años tumbando árboles para sacar el café, niños sin escuela, caminos hechos a pala”, expresan.
Finalmente, Marcelino Campo resume el sentir de varias comunidades que hoy se sienten marginadas dentro del movimiento indígena caucano: “Nosotros no tenemos miedo. Seguiremos luchando, pero queremos que el país sepa la verdad: el Cauca está dividido y el Cric ya no nos representa”.