Una de las tradiciones más emblemáticas de Colombia es el Carnaval de Negros y Blancos, un vibrante evento festivo que se celebra anualmente del 28 de diciembre al 6 de enero.
Este carnaval, que tiene su epicentro en San Juan de Pasto, es un espléndido reflejo de la riqueza cultural andina e hispánica, y ha encontrado eco en diversos municipios del departamento de Nariño, así como en Cauca, Valle del Cauca y el norte de Ecuador, donde cada región ha desarrollado sus propias versiones de esta celebración. Esta festividad no solo destaca por su grandiosidad, sino también por la oportunidad que brinda a miles de personas de diferentes ciudades para reunirse, disfrutar y compartir momentos inolvidables con sus familias.
Este carnaval, reconocido en todo el mundo por la extraordinaria habilidad de sus artesanos al crear carrozas que capturan la esencia de nuestra región, se transforma en un poderoso símbolo de unión y sanación. En medio de esta celebración vibrante, donde los colores y las figuras brillan con intensidad, palpita un profundo anhelo de reconciliación y perdón. Aquí, en este escenario lleno de vida y esperanza, se entrelazan las historias de quienes han cargado las cicatrices del conflicto armado con aquellas de quienes han decidido abrazar la paz.
Junto, con el apoyo de la Gobernación de Nariño, firmantes de paz, el Grupo Territorial para la Paz, Ejercito Nacional de Colombia, la Pastoral Social, Juntanzas de Paz, Agencia para la Reincorporación y Normalización, Agencia de Desarrollo Local de Nariño, Misión de verificación de la ONU, Ficonpaz, Destejiendo Miradas, Corpocarnaval y la Consultoría para los derechos humanos y el desplazamiento, han demostrado que el diálogo es posible.
A través del arte, han encontrado un camino para sanar heridas, transformando el dolor en un canto de esperanza. Con diseño, ingenio, amor y trabajo en equipo, han dado vida a la Carroza de la Paz, que, iluminada por la calidez y alegría de su Reina del Carnaval de Negros y Blancos 2025, invita a todos a unirse en este esfuerzo por desarmar nuestros corazones desde la cotidianidad, desde nuestros hogares y comunidades.